domingo, 24 de octubre de 2010


A Sara no le gusta ser famosa, pero lo es a su pesar. Por eso, cuando salía ayer del hotel Silken Monumental Naranco -donde se hospeda hasta hoy- rumbo al Reconquista para hacer en directo el informativo del mediodía de Telecino, se ruborizó un momento. La culpa la tuvieron tres señoras muy espontáneas, que dejaron su croissant unos segundos para aplaudirla: «¡Sara, guapa!». Entonces, un periodista de LA NUEVA ESPAÑA se acercó y le dijo: «Sara, soy compañero, ¿quieres contestarme a unas preguntas? Sara miró su reloj, un Casio dorado, casi tan de moda como ella, y se disculpó. «Entiéndeme..., yo no soy la famosa». Luego Sara desapareció y las tres señoras volvieron a mojar el croissant.

Pero poco le duró a Sara el tan ansiado anonimato. A ella le gusta estar delante de la cámara, pero empuñando del micrófono. Pasadas las doce de la mañana entró Carbonero con paso firme en el Reconquista. Y entonces aquellos aplausos de las mujeres de la cafetería se multiplicaron por mil. Enfundada en una gabardina color camel, con fular al cuello, iba bien abotonada y con el cinturón atado. La acreditación de periodista en la mano, encima del móvil. Unos folios y un bolso en bandolera. Subió las escaleras manteniendo el tipo, como si tanto revuelo no fuera con ella. Entonces los guardias de seguridad volvieron a convertirla en periodista: ella también tuvo que pasar el bolso por el control de seguridad. «Adelante», dijo un hombre de voz seria. Y otro, desde atrás, le sopló: «Es la Carbonero». Fue poner un pie en el hall del hotel y empezar a caer los flashes sobre ella. La periodista, casi sin despeinarse, intentaba explicar a otros compañeros de profesión, con voz serena y como acostumbrada, que «me gusta mucho Asturias, estoy muy contenta de estar aquí, pero yo no soy la protagonista, soy como vosotros». Pero no era una periodista más, así que cruzó como una exhalación la marabunta de medios y bajó las escaleras hasta encontrar a los suyos, sus compañeros de Telecinco, donde nadie le pregunta por Casillas y todos le llaman simplemente Sara.

Igual iba nerviosa, pero Ricardo, el encargado de vigilar que no se colase nadie dentro de los despachos dedicados a la prensa, consideraba que Carbonero «es un poco seca. A mí no me saludó, la verdad. Y mira que sus otras compañeras me llaman hasta por el nombre. Es que la tele cambia mucho».

Con la emisión del informativo de Telecinco, puntualmente y sin titubear, Sara Carbonero ofreció su crónica como enviada especial a Oviedo, con motivo de la entrega de los premios «Príncipe». Ya toda ella sin miedo al público, se despojó de la gabardina para enseñar un discreto vestido en el mismo tono de la marca BCBG. El pelo perfecto, pelo Pantene. Y... «la selección española recibe hoy el premio "Príncipe de Asturias" de los Deportes...», decía.

Terminada la conexión, Sara también echó el cierre. A las cuatro de la tarde abandonaba el Reconquista disimuladamente con sus compañeros. Unas jóvenes la pararon en el camino. «Sara, ¿podemos hacernos una foto contigo?». Ella, educada y cercana, volvió a repetir la misma frase: «Es que yo no soy la famosa, disculpadme», les explicó. Perdonada. «Pero es que es tan guapa...», comentaban las dos quinceañeras a las puertas del Reconquista, mientras una de ellas, Sara Martínez, repasaba en su cámara las fotos que hizo a su tocaya.

Y de ahí, Sara Carbonero volvió otra vez a la habitación del hotel. Una junior suite, un lujo que ella no pidió, que le asignaron porque era la única habitación libre. Sara descansó toda la tarde, tomó un poco de fruta. Algo ligero, porque en sus planes estaba salir a cenar. También tuvo tiempo la novia de Iker Casillas para hacer unas breves declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA. En ellas volvió a reivindicar su papel de periodista deportiva, no de famosa de la prensa rosa. «Soy una más», explicó Sara, que confesó que para ella cubrir estos premios «ha sido una experiencia preciosa y muy especial, ya que viví en primera persona ese logro por el que se ha premiado a la selección española». Y añade: «Pero no me gusta ser noticia». Sara prefiere darlas

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